
Una y media de la mañana, lloro diciendo mamá tengo hambre. Exijo enérgicamente pegarme a tus pechos mamá para poder seguir durmiendo.
Hoy fue mi primer día en el pediatra. La doctora determinó que voy muy bien. Menos mal, porque quien aguanta a mamá si luego de tantas clases, trasnocho, atención exclusiva y hacerse la sorda ante comentarios externos no hubiese sido así.
Papá puede ausentarse, puede pasar días sin verme porque no dependo de sus pechos para comer. Pero quiero tu abrazo, papa. Dónde estás?
«Arepita de manteca pa mama que da la teta», dice la canción, «arepita de cebada pa papá que no da nada.» Arepita de manteca para los papas presentes, para los que sacan gases, cambian pañales, abrazan y ayudan a la vulnerable mamá que solo sabe ser fiera para cuidar a su cría.