Cada vez que Íker , y creo que casi todos los del equipo de béisbol, tienen un ponche o strike out lloran.

A uno de los coaches- quien también es padre de uno de los niños del equipo- le inquieta el llanto, no puede acompañarlo y quiere acallarlo en los chamos así que decidió comprar unos osos pensando que los niños podían sentirse avergonzados de ganarlos; Y estoy segura de que muchos sí. Obviamente la estrategia me parece retrógrada, machista y poco pedagógica. Claro está hablé con el coach antes de que lo hiciera y dejé claro mi punto de vista. También con Íker.

Íker se ganó su oso, y al finalizar el juego le pregunté cómo se sentía, me respondió: es solo un oso, además lo podré vender en el colegio. Paso siguiente hicimos esta foto y después que todos los demás vieron la reacción de Íker con respecto al oso comenzaron a jugar con él. El hijo del coach se lo puso en el bolsillo. En mi cabeza lo vi como una inocente estrategia por decir que el oso no hará que ellos paren de llorar.

En el mundo habrá muchos coaches, maestros y guías con creencias diferentes a las nuestras y con soluciones tontas. Por mucho que los padres busquemos alternativas pedagógicas, en todas partes hay seres heridos y en todas partes hay seres con creencias y filosofía de vida diferente.

Nuestro problema directo como padres no son esos guías, es el cómo preparamos y ACOMPAÑAMOS a nuestros hijos para que estén alerta ante lo que es un maltrato o no, el cómo brindamos seguridad para que una estrategia no les perturbe y hasta tengan la valentía de burlarse de ella y continuar.

Ese día hubo dos juegos y en el segundo ya los osos de peluche eran solo cosa del pasado. El coach se dio cuenta de que su estrategia no servía.

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