
Cuando el huracán del amor nos envuelve pocas veces nos sentamos a pensar si esa persona tiene los mismos valores que nosotras.
Nuestras familias se han formado luego de ese flechazo y, aunque muchas veces hayamos conocido a al padre de nuestros hijos años atrás, casi nunca nos sentamos a conversar sobre el modelo de crianza y alimentación que queremos para nuestros hijos.

Recuerdo que hice un curso prenatal con Elizabeth Garet que, más allá de las técnicas del parto y lactancia, me llevó a comprender la importancia de la crianza respetuosa, intuitiva, consciente, humanizada y alejada del conductismo puro y duro ( con el perdón de mis amigos psicólogos que comparten esta modalidad, que como todas tiene sus pros y contras) .
Antes de estar embarazada pensaba que los bebés dormían en su cuna toda la noche, no entendía si quiera el mecanismo de la lactancia, no sabía de sus beneficios emocionales para mi y para mi hijo, menos de sus beneficios físicos.
Cuando me quedé sola, mil veces rebobinaba en mente y decía : pero si esto iba a ser así , en el fondo era fácil descifrar que mi pareja y yo no íbamos a hacer una familia en a misma casa porque sus valores y los míos son diferentes, nunca hablamos de un propósito de vida más allá de hacer una familia , ser felices como lombrices y recorrer el mundo. Lo único que teníamos claro era que queríamos un hijo sano y ahorita que queremos un hombre de bien.
Pero, cuántos de nosotros sabe cuál es el propósito de su familia. Cuántas parejas se están tambaleando en este momento porque la madre quiere dar pecho y el padre no entiende tanto «sacrificio».
Cuantas parejas han perdido esa ilusión de la dulce espera ahorita que la realidad de esa nueva vida en casa los embarga.
Creo que es momento de iniciar parejas y familias con mapas de vida, tan firmes como para acudir a ellos cuando estemos perdidos, y tan flexibles como para ajustar cualquier cambio en la ruta. O no?
Un aporte muy interesante. Gracias por la ilustración. Un cordial saludo.
Te envío un abrazo